Formas y grados...
En las antiguas escuelas internas, se mencionaba que el verdadero enemigo era en realidad uno mismo, e ir mas allá de la forma significaba explorar en las inmensidades de nuestro océano psicológico, aquel ser que es la mente y observarlo como, con ondas repentinas, distorsionaba la realidad de las cosas, la paz del silencio. Aquellos movimientos físicos tenían un propósito casi simbólico. El del dominio de sí mismo. Recordemos el Kyudo Japonés (arte Zen del arco) y la practica del Blanco invisible.
El iniciado en tal noble arte debe con los ojos cerrados dar en un blanco que se encuentra a gran distancia en la oscuridad, solo cuando la mente esta en total silencio, en armonía con el exterior, solo en ese momento es posible acertar en el centro del Blanco en la oscuridad.
Observemos nuestra mente como una fiera encerrada en un zoológico, disfrutemos un momento en ver sus diferentes manifestaciones, imágenes, emociones, reacciones, y veremos que estamos en desorden absoluto. No existe orden en nuestro interior. Recordemos que la primera premisa al entrar al lugar de entrenamiento es el "orden" y la "disciplina", como conceptos imprescindibles para aprender a “domar” esa fiera encerrada.
Casi siempre la forma esta ligada a la tradición, revestida de una historia acerca de su creación y de su creador. Por supuesto rozando a veces en lo mitológico, ò en conceptos lógicos y firmes o modernos. Eso depende de muchos factores, incluso socioculturales.
Las formas, Taolu o Kuens en Kung-Fu están determinadas en muchas escuelas internas y externas, sobretodo en Shaolinquan o en Hunggar, por el dominio de los cinco animales: Dragón, Grulla, Leopardo, Tigre y Serpiente. Cada uno de estos animales representa una virtud, un tipo de comportamiento, una habilidad a conquistar, y no solo una expresión física, más o menos imitativa de esos animales.
La mayoría de estas formas se reflejan en programas de enseñanza o métodos, más o menos estandarizados según cada escuela y que además nos sirven como forma de evaluar al estudiante en su progreso. En función de esos conocimientos adquiridos con la práctica y el tiempo, se otorgan determinados grados, un símbolo externo de nuestro conocimiento interior.
Existen grados y mas grados de conocimiento en el Arte Marcial que practicamos, pero, se nos dan esos grados por ¿tiempo y fidelidad? ¿O los adquirimos maduramente? Mejor dicho, "somos el grado". Recordemos que los grados son tiempo, práctica y perfección, cada grado nos lleva a "formas" cada vez más complicadas que exigen del practicante cada vez más dominio de sus facultades y sentidos.
Pero esto no significa que el practicante debe acumular, casi coleccionar formas una detrás de otra. No es necesario ni recomendable obsesionarse con conocer muchas formas del estilo. Así, solo encontramos, lamentablemente, practicantes que ejecutan formas “vacías de contenido, de estructura”. El proceso de aprendizaje requiere de su tiempo de asimilación y perfeccionamiento, que no puede ser acortado de ninguna forma.
Nos lleva entonces a una evolución continua, pero, esta evolución recordemos deber ser también Psicológica-Espiritual. Y en ocasiones me pregunto: ¿Tenemos pleno conocimiento entonces? ¿A quien se le están otorgando estos grados?, ¿al cuerpo?,¿ a la mente?.
No debemos ser esclavos de la forma, sino valernos de los instrumentos que ella nos proporciona para conquistar niveles y grados de perfección en nuestras artes marciales y en la vida personal de cada unos de nosotros. Porque un grado de cinturón negro, por ejemplo, es un símbolo que representa un ideal, un esfuerzo y no solo el reconocimiento de la técnica. Este grado, como mencionaba el Maestro Gonzalo Pintor, hay que llevarlo también a la realidad social, a nuestro entorno y convertirlo en la manifestación real de nuestro dominio de nosotros mismos.
Así, el obtener en un examen el grado de “Cinturón o faja Negra”, se convierte en un acto valioso que nos sitúa a las puertas del verdadero conocimiento. Es, en realidad, el comienzo de una práctica profunda, que une la expresión externa y física, con la dimensión espiritual o interna. Entonces, cuando comprendemos esto, nuestro Kung-fu, nuestro arte marcial adquiere otra expresión.
Recordemos que el símbolo es la expresión, el lenguaje mas puro del ser humano, solo la conciencia tiene el poder de saber que existe "algo más allá de la forma y el grado".
Devaluar este símbolo de grado, equivale a perder su esencia, su valor. Y esto sucede cuando solo valoramos el aspecto externo, la expresión técnica del estilo que practicamos, y no la manifestación interna, espiritual del mismo. Así, poco a poco, el “ser cinturón negro”, hoy en día ha perdido mucho valor social.
El esfuerzo por conquistar cualidades propias, latentes en nosotros, no es más que la expresión del Shen (espíritu). Recordemos los tres tesoros de las artes marciales chinas: Jing (esencia), Shen (espíritu), Qi (energía interna). Somos esencia, materia, y esta materia debe luchar y esforzarse por convertirse en espíritu.
Ir mas allá de la forma, del mundo físico es urgente, ver mas allá del horizonte de los conceptos marciales de fuerza y violencia, de orgullo y vanidad, mas allá del titulo y del grado, nos da el grado de perfección necesario para la conquista del Shen.
Las artes marciales no se deben constituir en fronteras que nos delimiten ni físicamente, mentalmente, ni espiritualmente de nuestros congéneres. Tampoco deben ser empleadas exclusivamente como artificios de competencias. Recordemos que la forma está regida por constantes como fuerza, ritmo, armonía, belleza, firmeza, determinación mental, concentración y compenetración que nos dan un conjunto, un todo. Pero la práctica de las mismas no se debe limitar al aspecto físico. Hay que buscar más allá de la forma y el grado…
El iniciado en tal noble arte debe con los ojos cerrados dar en un blanco que se encuentra a gran distancia en la oscuridad, solo cuando la mente esta en total silencio, en armonía con el exterior, solo en ese momento es posible acertar en el centro del Blanco en la oscuridad.
Observemos nuestra mente como una fiera encerrada en un zoológico, disfrutemos un momento en ver sus diferentes manifestaciones, imágenes, emociones, reacciones, y veremos que estamos en desorden absoluto. No existe orden en nuestro interior. Recordemos que la primera premisa al entrar al lugar de entrenamiento es el "orden" y la "disciplina", como conceptos imprescindibles para aprender a “domar” esa fiera encerrada.
Casi siempre la forma esta ligada a la tradición, revestida de una historia acerca de su creación y de su creador. Por supuesto rozando a veces en lo mitológico, ò en conceptos lógicos y firmes o modernos. Eso depende de muchos factores, incluso socioculturales.
Las formas, Taolu o Kuens en Kung-Fu están determinadas en muchas escuelas internas y externas, sobretodo en Shaolinquan o en Hunggar, por el dominio de los cinco animales: Dragón, Grulla, Leopardo, Tigre y Serpiente. Cada uno de estos animales representa una virtud, un tipo de comportamiento, una habilidad a conquistar, y no solo una expresión física, más o menos imitativa de esos animales.
La mayoría de estas formas se reflejan en programas de enseñanza o métodos, más o menos estandarizados según cada escuela y que además nos sirven como forma de evaluar al estudiante en su progreso. En función de esos conocimientos adquiridos con la práctica y el tiempo, se otorgan determinados grados, un símbolo externo de nuestro conocimiento interior.
Existen grados y mas grados de conocimiento en el Arte Marcial que practicamos, pero, se nos dan esos grados por ¿tiempo y fidelidad? ¿O los adquirimos maduramente? Mejor dicho, "somos el grado". Recordemos que los grados son tiempo, práctica y perfección, cada grado nos lleva a "formas" cada vez más complicadas que exigen del practicante cada vez más dominio de sus facultades y sentidos.
Pero esto no significa que el practicante debe acumular, casi coleccionar formas una detrás de otra. No es necesario ni recomendable obsesionarse con conocer muchas formas del estilo. Así, solo encontramos, lamentablemente, practicantes que ejecutan formas “vacías de contenido, de estructura”. El proceso de aprendizaje requiere de su tiempo de asimilación y perfeccionamiento, que no puede ser acortado de ninguna forma.
Nos lleva entonces a una evolución continua, pero, esta evolución recordemos deber ser también Psicológica-Espiritual. Y en ocasiones me pregunto: ¿Tenemos pleno conocimiento entonces? ¿A quien se le están otorgando estos grados?, ¿al cuerpo?,¿ a la mente?.
No debemos ser esclavos de la forma, sino valernos de los instrumentos que ella nos proporciona para conquistar niveles y grados de perfección en nuestras artes marciales y en la vida personal de cada unos de nosotros. Porque un grado de cinturón negro, por ejemplo, es un símbolo que representa un ideal, un esfuerzo y no solo el reconocimiento de la técnica. Este grado, como mencionaba el Maestro Gonzalo Pintor, hay que llevarlo también a la realidad social, a nuestro entorno y convertirlo en la manifestación real de nuestro dominio de nosotros mismos.
Así, el obtener en un examen el grado de “Cinturón o faja Negra”, se convierte en un acto valioso que nos sitúa a las puertas del verdadero conocimiento. Es, en realidad, el comienzo de una práctica profunda, que une la expresión externa y física, con la dimensión espiritual o interna. Entonces, cuando comprendemos esto, nuestro Kung-fu, nuestro arte marcial adquiere otra expresión.
Recordemos que el símbolo es la expresión, el lenguaje mas puro del ser humano, solo la conciencia tiene el poder de saber que existe "algo más allá de la forma y el grado".
Devaluar este símbolo de grado, equivale a perder su esencia, su valor. Y esto sucede cuando solo valoramos el aspecto externo, la expresión técnica del estilo que practicamos, y no la manifestación interna, espiritual del mismo. Así, poco a poco, el “ser cinturón negro”, hoy en día ha perdido mucho valor social.
El esfuerzo por conquistar cualidades propias, latentes en nosotros, no es más que la expresión del Shen (espíritu). Recordemos los tres tesoros de las artes marciales chinas: Jing (esencia), Shen (espíritu), Qi (energía interna). Somos esencia, materia, y esta materia debe luchar y esforzarse por convertirse en espíritu.
Ir mas allá de la forma, del mundo físico es urgente, ver mas allá del horizonte de los conceptos marciales de fuerza y violencia, de orgullo y vanidad, mas allá del titulo y del grado, nos da el grado de perfección necesario para la conquista del Shen.
Las artes marciales no se deben constituir en fronteras que nos delimiten ni físicamente, mentalmente, ni espiritualmente de nuestros congéneres. Tampoco deben ser empleadas exclusivamente como artificios de competencias. Recordemos que la forma está regida por constantes como fuerza, ritmo, armonía, belleza, firmeza, determinación mental, concentración y compenetración que nos dan un conjunto, un todo. Pero la práctica de las mismas no se debe limitar al aspecto físico. Hay que buscar más allá de la forma y el grado…
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