Cuadernos de viaje - Zhengzhou
El monótono traqueteo del tren se hizo un poco más lento a medida que nos íbamos acercando a la estación de Zhengzhou. Una suave melodía china sonaba por los altavoces del vagón. El trayecto desde Beijing había sido tranquilo, con casi diez horas de viaje. Había conseguido billetes de camas blandas, una curiosa forma de definir las clases en los trenes chinos, y eso supuso que pudiera descansar realmente del largo viaje. El habitáculo cerrado, habilitado para cuatro pasajeros estaba limpio y era cómodo. Mucho más de lo que los occidentales tienen en mente sobre estos lugares de oriente. Como compañeros de compartimento me tocaron una pareja de chinos y una chica holandesa, de viaje por China en plan mochilero. Todos fueron poco conversadores, excepto la holandesa que entabló conversación por la mañana, apenas despuntó el sol por el horizonte del monótono paisaje verde y gris de esa región de China. Un paisaje que se convirtió momentáneamente en una hermosa postal cuando atravesamo