Entrenar en Shaolin (1)
Esa primera mañana de entrenamiento, me despertó la repetitiva canción de propaganda del partido comunista que sonaba por los altavoces situados en los pastes de madera situados a lo largo de todo el recorrido hacia la entrada misma del monasterio. Eran apenas las siete de la mañana, una licencia que mi maestro me había otorgado por ser extranjero, un Laowei al fin y al cabo. Esto muy pronto cambiaría… La machacona melodía, que parecía pasar desapercibida para todos los chinos, se te metía en los oídos y acababa convirtiéndose en una obsesión, que sin darte cuenta, ibas tarareando a las primeras de cambio. A los pocos días, ya dejé de prestarle atención y desapareció de mi horizonte auditivo. Poco tiempo después, dejaron de ponerla. China se estaba modernizando poco a poco... Cuando salí de mi hotel de la aldea Shaolin – no me acostumbraba a la idea de que aquello lo fuera - , el espléndido sol de la mañana ya ascendía ladera arri