Mercado de la vida
Mercado de la vida Hace ya unos meses que vivo aquí, en esta pequeña ciudad de una región central de China, rodeado de enormes montañas. Y aunque mi vida transcurre en el monasterio, suelo salir a pasear por la ciudad con cierta frecuencia. Camino con paso tranquilo. Y observo a la gente, como uno de mis pasatiempos predilectos y que más me fascinan. Creo sinceramente que esta observación, que nunca hago con ánimo de criticar de forma vacía, me aporta mucho sobre mi visión de esta sociedad china. Además es enormemente gratificante, pues la mayoría de la gente que me cruzo, siente a su vez una divertida curiosidad hacia mí, y eso es lógico, pues aquí, yo soy el extraño, el tipo raro, el “Wei Guo ren”. Mercado de Dengfeng, en China. Vengo siguiendo con el olfato el dulce aroma de frutas maduras y frescas, que se percibe incluso varias calles antes de llegar. Delante de mí camina un tipo curioso, de unos cincuenta años – o al menos los aparenta – con una impronta típica de mendigo, desal