No cabe la menor duda de que, de una manera u otra, la crisis nos sacude a todos, y nosotros, como escuela pues no nos escapamos. Tratamos de ir sorteando las, cada vez más complicadas situaciones, con mucha paciencia, la ilusión que nos mueve y algo de ingenio... Pero a veces eso ya no es suficiente, porque cuando hay que hacer un esfuerzo colectivo, algunos dejan de echar una mano y te dejan a tu suerte. Entonces, cualquier esfuerzo, resulta poco menos que vano y frustrante. Esto le ha ocurrido a un buen amigo y compañero, que ha tenido que dejar de dar clases de su arte, porque ha cerrado su centro donde las impartía y ahora está en la calle. Resulta paradójico observar como hay alumnos que dejan de asistir a las clases porque se les dice que la cuota mensual sube 8 euros y te contestan que es muy caro y no pueden pagarlas. Y eso, con un móvil de ultima generación recién estrenado, que cuesta una friolera de pasta. O aquella señora que se interesa por las clases de Taichi y