Vivimos ciertamente unos tiempos convulsos, inmersos en la vorágine de una sociedad enferma de valores, donde prima, por encima de todo, la inmediatez de los resultados. Unos resultados siempre superficiales y efímeros, pero que la mente conformista de nuestros días, convierte en la meta de todo. Y esta premisa se circunscribe a todos los ámbitos de nuestras vidas, incluida la práctica de las artes marciales, donde supuestamente, estos valores antaño importantes, han quedado relegados a meros gestos sin intención profunda, desprovistos de sentido tradicional ni comprensión de lo que se hace. Hace apenas unos días, asistí como público a una de estas fiestas navideñas de artes marciales, unas exhibiciones de diferentes escuelas y estilos, donde precisamente pude apreciar con nitidez lo que vengo comentando. Independientemente de que se tenga una idea clara de lo que deben ser y de hecho son las exhibiciones, y sin entrar a valorar en absoluto el nivel técnico de lo mostrado, lo mostra