Dispersión de la mente (1) Cada día veo a decenas de personas que, en los diferentes ámbitos de sus vidas, inician alguna actividad nueva; empiezan un curso, quieren dejar de fumar, se hacen vegetarianos, dejan de consumir determinada sustancia, desean alimentarse mejor, se proponen estudiar algún idioma, coleccionar alguna cosa, quieren cambiar un hábito, etc. Así, cientos de deseos de buenas intenciones que cada uno se propone realizar a partir de un determinado momento. Pero todos éstos pájaro-deseo vuelan errantes por nuestra mente, sin posarse casi nunca en una rama sólida e, igual que unas efímeras pompas de jabón, acaban desapareciendo en el horizonte –en este caso casi inmediato- del olvido. Nuestra mente errática vuela de un deseo a otro, como una abeja de flor en flor, pero sin obtener beneficio alguno, salvo el de alimentar nuestro ego con la idea de que se han hecho muchas cosas y de todas ellas sabemos. Esa desatención continua crea en nuestro subconsciente una profun
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