Una experiencia mística
(Este es parte de un relato sobre uno de los muchos viajes a Shaolin que he podido realizar...) “Comencemos por desarrollar la comprensión De las fuentes de felicidad más auténticas, Para que a continuación sean el fundamento De las prioridades de la existencia.” Finalmente, antes de abandonar el templo, y en cumplimiento de una promesa que me había hecho el año anterior, me dirigí al pabellón de Sakyamuni, el Buda de la misericordia. Se trata del pabellón más grande de los cinco que componen normalmente la estructura de edificios relevantes de cualquier templo budista. Delante de los escalones que llevaban a su entrada, había un gran incensario de metal, del que emanaba un abundante y perfumado humo, producto de la combustión de cientos de varillas de incienso, que los fieles colocaban en su interior. A medida que me acercaba a la puerta, una gran tranquilidad me iba inundando. Mi mente se apartó de toda observación superficial, y entró, de alguna manera, antes que yo mismo en aquel