Apariencias...
Recuerdo en cierta ocasión, en que estábamos un grupo de alumnos y alumnas en el paseo marítimo de nuestra localidad, practicando Qi-gong y Kung-fu, cuando en un descanso, se nos acercó una señora de unos 30 años y acento sudamericano, que nos había estado observando un rato, y le preguntó a una chica del grupo: “¿Quién es vuestro profesor?”… A lo que mi alumna, señalándome a mí, contestó: “Es aquél de allí”… Y la buena señora, se vino a donde yo estaba sentado, apartado unos metros del resto del grupo. “¿Vos sos el profesor?”, me preguntó con su peculiar acento porteño y cierto aire de incredulidad, mirándome de arriba abajo con desdén… “Pues sí, soy el profesor de este grupo, gracias. ¿Qué se le ofrece?”… “Pero, ¡si vos estás muy grueso!... ¿Cómo vas a ser el profesor?”, continuó con su voz, algo aguda y chillona. Sin molestarme en absoluto por su comentario despectivo hacia mí, le contesté en tono de humor: “Bueno, alguna cosilla sé… a lo largo d