EL SILENCIO DEL MAESTRO



               Muchas veces había observado en silencio a mi Maestro, el primero que me abrió las puertas del camino del Kung-fu tradicional. Me preguntaba cuales habían sido los motivos que le habían impulsado a ser lo que era. ¿Cómo lo había logrado? ¿Por qué era un maestro en su arte? ¿De dónde había surgido esa sabiduría? ¿Por qué había tan pocos como él?...

Hoy, más de cuarenta años después, comprendo con claridad el porqué era un maestro. Y lo comprendo tras haber recorrido parte del camino que él me señaló. Un camino lleno de vicisitudes y obstáculos que me han servido, no obstante, para ir aprendiendo.

Hoy, observo, - igual que lo hiciera en aquella ocasión -, a mis alumnos. A algunos de ellos. Y veo similitudes entre ellos y lo que me decía mi maestro…”Algún día, si sigues este camino, encontrarás la respuesta”.

Cierto. La he encontrado. Ahora es verano. El calor. La gente prefiere la playa, el tiempo libre, el no hacer nada, el descansar. El no entrenar durante unos meses. Y esos alumnos me han dado la respuesta. Ellos, tengo muy claro que jamás llegarán a donde llegó mi Maestro. A conocer la sabiduría, el auto-control, la disciplina, el auto-conocimiento. La evolución como ser humano, dotado de conciencia, de sentido de la vida.

Estos alumnos, que si bien entrenan durante el resto del año bien, no llegarán a superar el listón de las mínimas dificultades, cuando éstas se presenten. No han cultivado su espíritu. Están en un camino que no conduce siquiera a la meta que ellos creen haber elegido. Tarde o temprano se perderán y el camino bajo sus pies desaparecerá. Porque descansar del aprendizaje, es un contrasentido, un absurdo. ¿Acaso descansamos de comer, de respirar?

En cambio, observo otros, para los que el verano es una oportunidad de entrenar más. Que no faltan ni un solo día a las clases; Que se levantan temprano por la mañana para asistir a una clase de meditación o no les importa el calor que haga para estar entrenando duro, día a día. Alumnos que se cuestionan todo lo que hacen y van evolucionando poco a poco. Alumnos que desarrollan su conciencia a base de reflexionar, de observar en silencio las experiencias. A veces sin darse cuenta.

Éstos últimos son los que transitan por el camino correcto. Un camino que les puede llevar a lo más alto en todos los ámbitos. En el Kung-fu, en el trabajo, en sus relaciones personales. Simplemente se les nota en su actitud, en su mirada incluso.

Éstos son los pocos que llegarán lejos, quizás a ser maestros o Instructores y así continuar con la línea tradicional y mantener viva la escuela, el Kung-fu. Porque sin este tipo de personas fuertes, hoy en día no existirían las escuelas ni estilos. Son pocos, si, pero están en el camino.


Pero este camino es duro y difícil. Es un camino solitario, muchas veces incomprendido o malinterpretado. Lleno de falsas ilusiones, de alimentos para el ego. Un camino en el que es muy fácil caerse. Y levantarse mil veces. Y hay que hacerlo en silencio. El silencio del Maestro.

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