El tesoro invisible…
El tiempo, ese concepto tan subjetivo, va pasando
raudo y veloz por nuestras vidas, a veces sin que nos demos realmente cuenta de
su paso. El tiempo, ese puñetero espacio inabarcable, a veces efímero como un
chasquido de dedos, y otras que parece eterno, inamovible a los ojos de la
impaciencia. Pero inexorablemente va dejando huella por donde pasa, seamos
capaces de percibirlas o no.
Un año más, un montón de experiencias más, buenas,
malas, regulares y algunas incalificables. Y uno, con el paso del tiempo, va
acumulando esas experiencias, fuente de conocimiento a poco que abras tu mente
y tu conciencia sea la conductora real de tu vida.
El tiempo te puede hacer más sabio, o simplemente más
viejo, sin más. Eso depende solo de ti, de tu capacidad de comprender, de
escuchar y de observar. Estas tres cosas que parecen quedaron relegadas para
los eruditos y que en nuestra sociedad moderna, llena de parloteo constante e
inútil, suenan arcaicas. Una sociedad donde estamos ya habituados a charlar
continuamente, en un río de palabras vacías, mal utilizadas y que nadie escucha
en realidad.
Aquí, el tiempo dedicado a escuchar, a observar las
cosas y las circunstancias, adquiere un valor real. Casi se hace tangible. Y
eso es un verdadero tesoro. Porque solo depende de ti como uses el tiempo que
tienes, sea poco o mucho. Puedes aprovecharlo o puedes perderlo inútilmente en
hacer cosas que no te aportan nada. Puedes perderte en largas conversaciones
por sms o whatsup o conversar cara a cara con alguien, mirándole a los ojos,
sintiendo las emociones propias y ajenas derivadas de ese contacto. La
diferencia es abismal. Los beneficios son infinitos y muchas veces
incomprensibles a primera vista.
Puedes también perder tu precioso tiempo jugando a
videojuegos, a chatear on-line con otros perdedores de tiempo. Y es posible que
incluso estés convencido de que te aporta algo positivo, de que aprendes algo
útil, o que simplemente te diviertes. Pero también el tiempo, ese mismo que
perdiste en su momento, te enseñará lo equivocado que estabas. Te enseñará cómo
te auto-engañabas para justificarte. Como esa ‘mentira’ era fomentada y
alentada por la sociedad de consumo para justificar esa pérdida de tiempo. Para
incluso ocultar oscuros intereses, que no interesaba que te dieras cuenta de
ellos. Pero entonces, ya no te quedará mucho tiempo para rectificar nada. Se te
habrá escapado entre los dedos como el agua fresca que ya no puede saciar tu
sed.
Somos todos seres que nadamos temporalmente en este
río de la vida. Cada instante es crucial, es relevante porque estamos inmersos
de lleno en el flujo continuo del tiempo. Cada instante es único e irrepetible.
Cada segundo cuenta.
Perder el tiempo, es ese ‘ya lo haré luego’… o aquello
de ‘ya habrá tiempo para eso’…
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