Los “otros alumnos”, los padres…
            Que las artes marciales tienen la consideración de deporte minoritario –cosa que no es cierta- lo tengo bastante asumido. Que somos un poco los últimos a tener en consideración a la hora de practicar un deporte, o de aprender un arte marcial, también.
De esta manera inconsciente, contribuimos a que nuestra actividad de enseñanza quede siempre relegada a un plano casi invisible para las autoridades públicas y los estamentos sociales. Y así, es imposible poder crecer, salir a la luz y dar a conocer al  gran público en general lo que hacemos, con tanto sacrificio y esfuerzo. Y no es que estemos escondidos, no. Simplemente que no existimos para mucha gente, y si se nos conoce un poco, se nos sigue etiquetando de “…ahhh si, los del Karate”; Hablar de Kung-fu, de artes marciales chinas es casi como hablar de extraterrestres. La ignorancia es muy grande y de eso, en parte tienen responsabilidad los padres de los alumnos. Obviamos aquí que, hay mucha gente que está metida en este mundillo, que siente verdadera pasión por lo que hace. Pero son minoría, porque la inmensa mayoría no sabe o quiere valorar en su justa medida la labor que se realiza en una escuela de Kung-fu. Porque, no olvidemos que, en la mayoría de nuestras escuelas tratamos de enseñar algo que, paradójicamente muchos padres demandan, que son los valores. Algo que sin duda, en muy pocos deportes se hace, por no decir ninguno. Puede parecer pedante esto que afirmo, pero es la pura realidad. Suelo decir siempre lo que pienso, aunque en ocasiones eso no sea políticamente correcto y moleste…
La causa de que nuestras artes estén en el lugar que están, obedece a muchos factores, sin duda. Pero aquí quiero señalar uno que creo es muy relevante: Los padres. Pongo ejemplos; ¿Porqué resulta tan complicado que un niño tenga un traje de entrenamiento y otro para competir?... ¿Por qué cuesta horrores que el alumno pueda tener sus armas de entrenamiento, o que tenga una camiseta de la escuela, o unas zapatillas adecuadas?... Cuando luego ves que para adquirir una equipación de fútbol se gastan lo que sea. Cuando ves que se compran las botas del último modelo del futbolista de su equipo, que cuestan además un pastizal. Cuando ves que para equipos de fútbol o baloncesto, todos van uniformados, con chándal y lo que sea necesario. Cuando ves que algunos alumnos dejan a sus compañeros ‘tirados’ en una exhibición porque tenían que participar en un torneo de golf.
Esto no es serio… parecemos la hermanita pobre de la película con un guión que no hemos elegido ni nos gusta, pero que nos toca interpretar.
La falta de compromiso de muchos padres –hablo de los alumnos más jóvenes- hacen que sea muy complicado en ocasiones sacar esto adelante. Máxime cuando se nos exigen luego resultados en competiciones, exámenes, etc. Quieren que el niño destaque, que apruebe sus grados, que sea la versión nueva de Bruce Lee, pero pocos entienden que para eso es necesario el compromiso serio con la escuela. Y eso muchas veces no se da…
Compruebo como cada vez traen los alumnos más tarde a clases; Siempre se llega tarde ya como costumbre. Entiendo que en este país lo de la puntualidad no es precisamente algo que destacar, pero hay que señalar que no se puede ir formando ni educando a los niños, cuando se les pide puntualidad y luego no pasa nada si no cumplen.
También todos conocen el reglamento interno de la escuela, que no permite venir con ropa de calle a las clases, pero traen a sus niños con camisetas, con cualquier excusa o pretexto. Y si se les dice algo, se molestan.
Se pretende que los niños pasen de grado, pero sin tener en cuenta ni las habilidades del niño, ni el hecho de que a la mitad de las clases no asiste. Pocos tratan de que en su casa el niño repase o mejore determinados aspectos de alguna técnica. Pensamos que se trata solo de entrenamiento y eso queda relegado solo a la escuela, al gimnasio. Pocos asisten a cursos para su nivel, y en muchas ocasiones, siempre hay excusas u otras actividades ‘mucho más relevantes’ que hacer que acudir a entrenar. El kung-fu, siempre es lo último…
Señores papás, si de verdad queremos que los alumnos progresen en su aprendizaje –recordemos que esto no es como el fútbol, el baloncesto, el padel o el golf- es necesario el compromiso serio con la escuela. Esto trata de un método progresivo de formación, no solo de dejar el niño en clase durante una hora. Trata de una elección que deben hacer entre varias actividades, trata de potenciar la ilusión de los pequeños con la asistencia a exhibiciones, cursos o competiciones. De apoyarle con ánimos, pero también de ser inflexibles cuando por alguna causa algún día no quiera asistir a clase. A eso se llama educación y corresponde a los padres. Nosotros damos formación en valores a través de la práctica de las aamm. No confundamos los términos.
Entendamos que es muy complicado trabajar con los niños, buscando que progresen adecuadamente, con método, cuando no existe esa colaboración necesaria de los padres. No entendamos aquí, este escrito como una crítica sin más a ciertos progenitores. Es quizás, -o pretende serlo- una llamada de atención para entender algo, para cambiar actitudes no muy sanas educativamente hablando. Al fin y al cabo, los niños suelen imitar todo lo que ven. Pues démosles ejemplo con nuestra propia actitud. Después de todo, muchos padres se convierten, sin apenas saberlo, en ‘alumnos secundarios’ de una escuela de aamm.
Cambiemos de actitud para encauzar de nuevo la enseñanza de sus hijos y convertirles poco a poco en personas adultas, equilibradas y emocionalmente estables. Ese es el objetivo primario. Y si hacemos eso, estaremos poniendo en valor el trabajo de tantos profesores y maestros de nuestras escuelas que ponen su esfuerzo día a día para que esto siga funcionando. Solo así, las aamm chinas estarán en el lugar que se merecen por derecho propio.

Reflexionemos con honestidad. Es el momento de pensar en “Qué puedo hacer yo por la escuela, y no tanto en qué puede hacer la escuela por mi”

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