Budismo y Kung-fu


             A través del estudio de las teorías y conceptos del Kung-fu Shaolin, muy estrechamente vinculadas al pensamiento budista, he llegado a comprender la relación directa de las implicaciones físicas de las acciones, con el pensamiento y la comprensión de los conceptos profundos del budismo. Resulta asombroso ver y comprobar empíricamente, cómo el pensamiento y nuestra mente pueden influir en todas las acciones físicas del cuerpo.
            Cualquier técnica, sea del índole que sea, tiene una raíz profunda en la estructura de nuestra mente y es ahí, donde se gesta su eficacia o no. Esto es en realidad lo que hace tan diferentes a los monjes de la mayoría de otros artistas marciales –sin desmerecer éstos, claro-, pues son capaces de desarrollar habilidades asombrosas a los ojos de quienes entienden la acción separada del pensamiento.
            Ahora puedo comprender el por qué maestros como Shi De Jian o Shi Xing Hong son capaces de permanecer casi intocables en un combate, mientras parecen jugar con el tiempo y la distancia como un gato juega con el ratón. Esa extraña habilidad no nace solo del entrenamiento físico exhaustivo, que también tiene su relevancia, sino de una mente entrenada y lúcida, sin la dispersión habitual que los seres humanos solemos tener.

            Cuando estudias el funcionamiento de la mente, de las emociones y pensamientos, puedes determinar el origen de toda acción física y controlar o desarrollar respuestas motoras con mayor rapidez y precisión. Esto viene a ser en el cuerpo humano y la mente, lo que el Bosón de Higgs para los científicos de la física cuántica.

            Toda acción física (técnica) esta precedida o tiene su origen en la mente, que a su vez está inmersa en un estado de ánimo determinado, que va a determinar nuestra respuesta a ese estímulo sensorial. La información la podrá percibir a través de los cinco sentidos primarios o bien a través del sexto sentido (la mente) si éste ha sido entrenado también.
            En base a esa información recibida por los sentidos, nuestra mente la interpretará y tenderá a responder adecuadamente, pero no antes de pasar por los filtros de las emociones, que pueden condicionar esa misma respuesta hasta el punto de hacerla inútil o ineficaz.
            Hay pruebas científicas – testadas por la neuropsicología - que demuestran que nuestras reacciones emocionales y físicas – en estados normales- ocurren casi siempre en una fracción de los primeros 60 a 100 milisegundos después del estímulo recibido. Esa percepción recibida por nuestros sentidos, es en muchos casos conceptual y no real. Pero también se ha estudiado y comprobado cómo hay individuos capaces de responder sin pasar por ese filtro, por los mecanismos fisiológicos del cerebro, por lo que su respuesta es inmediata, siendo incluso capaces de anticiparse a la acción. Su respuesta –si se puede definir así- ocurre casi simultánea en el espacio tiempo que la misma acción. Eso ocurre porque esa respuesta ocurre o tiene lugar en un espacio vacío, que hace posible la existencia de la acción motora, sin la intervención de los pensamientos.
            Lo que se puede apreciar entonces, es que el individuo al que hemos lanzado un golpe, no está donde lo habíamos ubicado, sino en otro lugar diferente.

            Por lo tanto y resumiendo mucho, podemos afirmar que, el entrenamiento de la mente y la comprensión consecuente de su funcionamiento, determinará nuestra capacidad de respuesta. Por lo tanto trabajar la meditación en profundidad, que es la herramienta perfecta para lograr la comprensión adecuada- nos acercará a ser mejores en nuestro arte, desarrollando las habilidades específicas que son necesarias para evolucionar como artistas marciales y como personas.
            Lo que puede resultar paradójico es estudiar a fondo la mente,… para acabar no usándola en estas situaciones.

            A veces, es mejor sentarse durante veinte minutos y no hacer nada –en apariencia- que varias horas de duro entrenamiento físico. Comprobadlo y veréis lo difícil que es no hacer nada…

            Por otro lado, me pregunto si habrá alguna diferencia entre una situación en la que uno solo tiene una percepción visual, y otra en la que se produce un proceso de pensamiento e identificación, al mismo tiempo que se da cuenta de lo que está viendo.

            Otro ejemplo claro de la evolución de la mente a través del entrenamiento exhaustivo y profundo, es su capacidad de discernir situaciones con mucha claridad, actuando en consecuencia de forma inmediata. Cuando percibimos alguna acción o fenómeno externo, suele ponerse en marcha un proceso de análisis que determinará si esa acción es positiva, neutra o negativa y en base al resultado de eso, nuestra respuesta será de una manera u otra.
            Esa mente es capaz de analizar de forma inmediata y simultánea, un sinfín de parámetros acerca de ese fenómeno externo, cosa que nuestro cerebro necesitaría mucho proceso de pensamiento para lograr el mismo resultado.

            Pues bien, en mentes entrenadas, este proceso analítico es tan veloz que la respuesta es inmediata; Comprende casi al instante un fenómeno externo, sea de la naturaleza que sea y no hay espacio para la duda. En ocasiones, nuestra racionalidad se ve sorprendida por esta respuesta inmediata y tiende a desconfiar de su realidad, sin comprender muy bien el porqué sucede así. Algunos llaman a esto intuición…
            Por ejemplo; alguien habla contigo y te cuenta una situación determinada, que tu no has presenciado ni tienes noción previa alguna de ella. Casi al instante percibes y sabes con certeza que te está mintiendo, aunque no podrías explicar el porqué de esa conclusión. No podrás dar una explicación coherente y racional sobre el porqué y como has llegado a esa conclusión, pero sabes que es la realidad y de que no hay posibilidad de error. Nuestra mente sutil ha sido capaz de determinar casi al instante lo que es verdad y lo que no. De la misma manera determinará el valor real de cualquier circunstancia externa. Esto es una forma de iluminación, y ciertamente que puede asustar bastante esa certeza. Y asusta porque no tenemos confianza en nuestras capacidades y porque no sabemos ni comprenderlo, ni mucho menos explicarlo. Y todo lo que no podemos explicar racionalmente, no nos gusta que venga de nuestro interior.

            Pero esta capacidad de nuestra mente desarrollada, no la sitúa en el contexto de una mente dual, sino que se convierte poco a poco en una mente precisamente despojada de esa dualidad inconsciente que divide y separa las cosas y fenómenos. Somos así, capaces de ver las cosas tal y como son en su realidad más profunda, sin que los procesos habituales del pensamiento interfieran en el estado cognitivo del ser. La naturalidad se convierte desde ese momento en nuestro estado de ser y va moldeando nuestro carácter de forma positiva. La sonrisa interior, la del niño dormido, vuelve surgir con alegría y empezamos a vislumbrar el sentido sencillo de la felicidad.


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