El Kung-fu Interno de Shaolin (2ª parte)

Shaolin Xi Sui Jing (Clásico transformación de tendones y lavado de médula)

El célebre Maestro Shi De Jian atribuye parte de su habilidad, a la práctica continuada del Qi-gong contenido en los ejercicios de Yi Jin Jing (cambio de músculos y tendones) y del Xi Sui Jing. Me comentaba durante una enseñanza, que la práctica del Xi Sui Jing, desarrolla una limpieza de los engaños de la mente, evitando su dispersión, así como la eliminación de los contaminantes interiores que bloquean el flujo energético. Esto proporciona una paz interior y una extraordinaria fortaleza externa. Cuando se domina, no solo permite obtener un cuerpo flexible como el bambú y duro como una roca, sino que desarrolla la habilidad de manipular y controlar la energía y el cuerpo de un atacante.

Exponemos ahora unos pocos ejercicios básicos de estas series, extraídos del Xi Sui Jing:

Sección 1

1) Shuang shou tui men (dobles manos que empujan la puerta)
Coloque ambas palmas dirigidas al frente con la intención de empujar. Enfoque el poder a lo largo de una línea recta, sosteniendo el Qi en el bajo abdomen. Mantenga esta posición durante tres respiraciones, dirigiendo su Qi a lo largo de los brazos hasta el centro de las palmas. Hay que enfocar la mente en abrir los meridianos de todo el cuerpo.

2) Yi Fan he Qi (Concentración de la energía en calma)
Gire las palmas hacia su pecho, doblando los codos y abriendo su pecho con la inspiración. Los brazos y hombros deben estar alineados. Respirar tres veces y continuar al siguiente movimiento. Enfocar la mente en las manos.

3) Shen Gong dian mai (Estirar brazos y abrir meridianos)
Estire sus brazos a ambos lados, con las palmas hacia fuera. Respire tres veces. Enfocar la mente en estirar la energía y los meridianos.

4) Shi tuo hai wei ( Elevar ambos brazos)
Recoja ambas manos al centro del pecho inspirando. Enlace los dedos de las manos y eleve los brazos hacia arriba por encima de la cabeza. Espirar al elevar los brazos y estirar profundamente todo el cuerpo. Luego deje salir el aire ligeramente mientras mantenemos la posición. Dirija la mirada hacia las palmas extendidas. Enfoque en abrir el estómago y equilibrar la energía Yin del frente y la energía Yang de atrás del cuerpo.

Sección 2

1) Yi zi tong huan (Elevar brazos con palmas hacia abajo)
Extienda sus brazos horizontalmente, abriendo el pecho con la inspiración. Espire y hunda su Qi profundamente en el abdomen. Respire tres veces. Focalice en abrir los tres puntos del dantien, completando el ciclo de circulación de la energía. Deje hundir sus brazos espirando suavemente. Esto regula el triple calentador (San Jiao da li), calma la mente y baja el Qi.

2) Yi zi tong huan
Repita el ejercicio anterior, pero en esta ocasión, al extender los brazos, girar las palmas hacia el pecho y hundirlas hacia abajo, espirando suavemente. Repetir 21 veces.

Secuencia 3

1) Pan zou hun gong (Cruzar piernas con los brazos en horizontal)
Eleve sus brazos con las palmas dirigidas hacia arriba, mientras inspira profundamente. Focalice en elevar con las manos su Qi, como si lo empujara hacia arriba. Las manos, el Qi y la respiración deben estar coordinadas.

2) San Jiao Da Li (triple calentador)
Presione desde la posición anterior, girando las palmas hacia abajo al espirar, dirigiendo el Qi hacia el bajo abdomen. Todo debe ser coordinado por la mente, imaginando el ciclo de energía, como un Yin Yang, de vacío y lleno, arriba y abajo. Repita tres veces. (Cuando la mente se mueve, todas las partes del cuerpo ya están alli).


La práctica sistemática y continuada de estos ejercicios, o de la secuencia completa del Xi Sui Jing y el Yi Yin Jing, va desarrollando poco a poco un gran flujo de energía que, dirigida desde la mente, proporciona unas habilidades especiales a quienes lo practican.

Resulta obvio que esta práctica no es espectacular a la vista, por lo que muchos pasan por ella de manera superficial. Estamos demasiado acostumbrados a esperar resultados visibles de inmediato. Esto no aporta absolutamente nada al practicante, y no podrá obtener resultado positivo alguno.

Ciertos estudios científicos han demostrado que se puede manipular y dirigir el flujo de energía de las personas y seres vivos, simplemente conociendo el proceso de funcionamiento de la energía que, al fin y al cabo es algo físico, que denominamos en este caso como iones positivos y negativos. Todo es energía en sus distintas manifestaciones, que es principalmente perceptible como una vibración sutil. La física cuántica ha dado un gran salto hacia delante, explicando con experimentos estos procesos y su relación entre las distintas materias.

Hoy podemos constatar que somos energía en vibración, que nuestros átomos están en constante movimiento y que la realidad sutil, no perceptible a los sentidos físicos, es que no entramos en realidad en contacto, pues somos, en esencia un vacío. Eso explica el porqué – por poner un ejemplo que he podido experimentar por mi mismo – la barra de hierro que se rompe en la cabeza, no deja huella alguna y parece estallar antes de haber hecho siquiera contacto. También lo podemos apreciar en los rompimientos de estacas sobre los brazos, cabeza o piernas, donde observamos que no hay movimiento alguno provocado por el impacto del palo sobre el miembro en cuestión.

Cuando se domina mínimamente esta práctica, uno puede sentir en su cuerpo algo extraordinario que no es exclusivamente físico, es decir, que no pertenece solamente al plano de los sentidos. Es ahí donde se enlaza con el estudio profundo de los conceptos budistas, - con el sutra del corazón especialmente - , lo que proporciona esa conexión entre mente y espíritu, entre mente y corazón, entre lo físico y lo etéreo. Y ese conocimiento, esa sensación abre una puerta a una extraña felicidad y profunda paz. Esto es lo que define a los practicantes y monjes de Shaolin y les hace distintos de otros practicantes.

Cuando vemos a estos Maestros como Shi Yan Ao, Shi Dejian y otros desarrollar su Kung-fu, vemos y sentimos algo extraño, poderoso y profundo, que quizás no acertemos a comprender del todo. Y no hay magia, ni trucos ni secretos; solo una profunda práctica de los conceptos teóricos que enseña el Kung-fu Shaolin más tradicional.

Es un ”alejarse” de la práctica superficial de las formas y sumergirse en las profundidades de la simpleza técnica, pero que une todo nuestro ser en una sola acción, sin fisuras, sin dispersión de la mente, con la intención del cerebro y la benevolencia del corazón. Así se desarrolla una extraordinaria máquina física, con un general, (la mente) que la dirige, pero bajo los mandos del Buda que reside en el corazón.

Aun recuerdo nítidamente una conversación con el Maestro Shi Dejian, mientras éste se disponía a realizar un ejercicio sobre el borde de un impresionante acantilado:

“Maestro, ¿No siente miedo de caerse al abismo?”

- “No, porque el abismo y yo, somos todo la misma cosa, y no puedo caerme dentro de mi mismo”… “El miedo es solo una percepción errónea de la realidad física de tu entorno. En realidad, ese miedo no existe fuera de ti, sino que nace en tu interior y así modifica lo externo, entendiéndolo como algo separado de ti mismo.”

“Cierto, pero, el abismo es real, y el peligro existe y también es real”

“No, esa es una realidad creada por tu miedo, por tu mente que separa lo externo y lo interno. Desapégate de los sentidos engañosos y verás que lo interior y lo exterior es lo mismo. Medita en ello y comprenderás”.


Dicho esto, me indicó que en esta ocasión, realizara mi meditación sobre un saliente de la roca, que se alzaba unos 400 metros por encima del vacío. El espacio no tendría más de sesenta centímetros de ancho, por un metro de largo, que sobresalía de la montaña.

Debo reconocer que acercarme a ese borde del precipicio, me costó muchísimo y el miedo casi me paralizaba. El impresionante vacío casi tiraba de mí, como si quisiera tragarme. Estaba seguro que me iba a caer. En un momento dado, decidí abandonarme y que sucediera lo que fuera, y en ese momento el miedo se disipó por completo y pude sentarme en ese saliente de roca. Una vez cerrado los ojos y establecida la calma en la mente, efectivamente, el abismo desapareció con las sensaciones de vértigo. No había diferencia entre la práctica aquí, sobre este saliente de la montaña, o aquella desarrollada en la profundidad de la cueva donde meditaba habitualmente. Una vez más, la mente jugaba un papel determinante sobre todo lo físico, lo externo y las percepciones de nuestros sentidos.

Aunque he de reconocer que, volver al terreno firme y seguro después de la sesión de meditación en ese lugar, despertó otra vez los miedos a caerme. Está claro que era cuestión de práctica…

En los días posteriores, el entrenamiento iba a estar profundamente influenciado por esta premisa, la de tener una mente centrada, sin dispersiones y desde ahí dirigir los movimientos corporales. La mente y su herramienta de práctica, la meditación, eran la pasarela hacia otra manera de percibirlo todo, de sentir y de ser. Esto se trasladaba a la práctica de las formas como XiaoHongQuan, Tongbeiquan o Xinyibaquan, que cambiaban totalmente su manifestación. Todo surgía desde el interior. Así podía comprender todos los conceptos contenidos en “wu bu zhui zhong” y llevarlos a lo práctico, a lo externamente visible.

Para lograr resultados visibles, son necesarias varias premisas: paciencia, fe, voluntad, humildad, intención y perseverancia…

¿Cuántas de estas virtudes poseemos hoy en día y que, además, pongamos en práctica?...

Esto marca la diferencia…

“No hay milagros, pero si quieres que ocurran, empieza por creer en ellos”


Shi Yan Jia

Songshan, Sept. 2009