Espíritu perdido...

Vivimos ciertamente unos tiempos convulsos, inmersos en la vorágine de una sociedad enferma de valores, donde prima, por encima de todo, la inmediatez de los resultados. Unos resultados siempre superficiales y efímeros, pero que la mente conformista de nuestros días, convierte en la meta de todo.

Y esta premisa se circunscribe a todos los ámbitos de nuestras vidas, incluida la práctica de las artes marciales, donde supuestamente, estos valores antaño importantes, han quedado relegados a meros gestos sin intención profunda, desprovistos de sentido tradicional ni comprensión de lo que se hace.

Hace apenas unos días, asistí como público a una de estas fiestas navideñas de artes marciales, unas exhibiciones de diferentes escuelas y estilos, donde precisamente pude apreciar con nitidez lo que vengo comentando.

Independientemente de que se tenga una idea clara de lo que deben ser y de hecho son las exhibiciones, y sin entrar a valorar en absoluto el nivel técnico de lo mostrado, lo mostrado era, bajo mi punto de vista, algo tan superficial y carente de sentido profundo de los valores que se anuncian en los escaparates de las artes marciales de muchas escuelas.

Es cuando menos curioso percibir esta extraña sensación que, de alguna manera me llenaba de cierta tristeza. Ver la evolución de tantos niños y niñas sobre el tatami de la pista, con mucho desorden, falta de concentración y disciplina, gestos de saludos simplemente imitados, en definitiva, todo muy alejado de lo que son las artes marciales tradicionales.

Entiendo que se quiera justificar por parte de los organizadores y los profesores de las distintas escuelas y estilos de que se trata de una fiesta de las artes marciales, para que los niños muestren lo que han aprendido. Esto reconforta y entusiasma obviamente a los padres y familiares de esos cientos de críos, pero me sigo preguntando: ¿Qué imagen estamos proyectando? ¿De verdad lo que se muestra refleja lo que están aprendiendo en las escuelas?... Paradójicamente y aunque pueda parecer un contrasentido, creo que si; Sobre el tatami quedan reflejadas las actitudes de los profesores, la desgana, la falta de espíritu, la idealización de un arte sin preocuparse de su contenido, la exageración de gestos, de niveles técnicos de risa…

Todo vuelve a ser un mero escaparate de muestras de lo que la sociedad demanda; no importa lo interno, ni que el alumno ejecute sus ejercicios con precisión y espíritu marcial. Importa ser uno mas en el rebaño, importa estar ahí, participando, cuando a veces ni se sabe que arte marciales estas practicando…

No critico estas exhibiciones, pero quiero señalar que estamos perdiendo poco a poco tantos valores, que precisamente en estas situaciones deberían quedar manifiestas. No enseñamos nada positivo a los espectadores, ni les transmitimos emociones fuertes, ni nadie aprende nada de todo ello. Así no fomentamos la práctica y difusión de las artes marciales en los posibles interesados. Porque no les despertamos nada en el corazón… hemos cambiado el espíritu marcial, ese que nos mueve desde dentro, que nos emociona, nos hace sentir y sufrir, que nos hace ser humildes, persistentes, valientes y fuertes de mente…. Y lo hemos cambiado por un espíritu navideño superficial e ilusorio…

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muy buena reflexión. Estoy totalmente de acuerdo.

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